jueves, 23 de septiembre de 2010

ella


a la chica del paso de cebra: te ví, tu a mi no.Yo iba en el tercer coche de la fila. A la caída de la tarde, final del verano, irías a reunirte con tus amigas, quinceañeras como tú. Empezó a parpadear el hombrecito verde y tu estabas a mitad del paso, es una calle ancha. Llegando al final, empiezas a correr y claro, pierdes una chancla. Te agachas, la recoges. Te ruborizas, la mirada baja, y corres descalza a la acera. Allí te calzas mientras empiezan a pasar los coches. Consciente de que te miran, de que siempre te miran, agachas la cabeza, y todavía azorada, te sonries un poquito, como para dentro.

Por sonrisas como esas ha habido guerras, y las volverá a haber.

martes, 7 de septiembre de 2010

la reunión


Esta mañana hemos llevado a Cristina a conocer su colegio y presentarnos a la maestra que la acompañará en los próximos tres años. Me he salido del final de una reunión y me he subido a recoger a Marta y los niños a casa. Cristina ha tenido fiebre esta noche y dolor de garganta, se la ve apagada, cansada. Al llegar al cole, recorremos los pasillos viendo los murales mientras esperamos que salga la visita anterior. Le gusta. Hay huellas pegadas en el suelo y cada aula tiene su arenero y su casita de juguete. Atenta, descubre una carretilla.
Cuando entramos, Asunción nos enseña el aula; los juguetes, el patio con arenero, la casita, la pizarra. A mi siempre me llaman la atención esos pequeños lavabos de juguete. Pronto los estaré usando.
Mientras nos cuentan como va a a ser el arranque y el funcionamiento del centro, Alfonso gime un poco. Le toca comer pero sabrá esperar. Antes de lo que pensamos estaremos también con él empezando el cole, pero como les pasa en todo a los segundos hijos, será distinto. No peor, distinto. Marta y yo nos sabremos de que va, imposible tener la misma ilusión.
Cristina está sentada en la mesita, mirando atenta a Asunción mientras ésta nos pregunta por sus hábitos y costumbres. Está demasiado concentrada, seria, cuando le viene una arcada. Según la cojo en brazos ya sé que no voy a llegar a tiempo. Vomita en mi brazo casi llegando a uno de esos pequeños retretes que veíamos antes. Al acabar, se queda muy aliviada y pronto vuelve a juguetear por el aula. Mientras me limpio en el pequeño lavabo, sonrió pensando en que mi niña me ha dado la posibilidad, extremadamente remota, de utilizar esos lavabos tan chulos. Mientras acabamos la charla, Cristina está fuera jugando con la carretilla. Recogemos la rebeca de su percha, ya con su foto puesta, y nos disponemos a ir a casa. Al salir, me cruzo con José Antonio, secretario del centro y mi maestro en 4º y 5º de EGB, yo tendría 9 y 10 años, hace ya casi 30. Le saludo, me abraza, le presento a mi familia, hablamos un poco, ya nos veremos, me dice, casi cada día ahora. Les llevo a casa y me vuelvo al trabajo. Conduciendo, voy aturdido. Son muchas sensaciones, dormí poco, la peque mala, el cole, escaparme de la reunión, mi más querido maestro, el lavabo. Mucho para un día normal. Un día para recordar, otro más. Lo que no consigo recordar es de que iba la reunión.