jueves, 23 de septiembre de 2010

ella


a la chica del paso de cebra: te ví, tu a mi no.Yo iba en el tercer coche de la fila. A la caída de la tarde, final del verano, irías a reunirte con tus amigas, quinceañeras como tú. Empezó a parpadear el hombrecito verde y tu estabas a mitad del paso, es una calle ancha. Llegando al final, empiezas a correr y claro, pierdes una chancla. Te agachas, la recoges. Te ruborizas, la mirada baja, y corres descalza a la acera. Allí te calzas mientras empiezan a pasar los coches. Consciente de que te miran, de que siempre te miran, agachas la cabeza, y todavía azorada, te sonries un poquito, como para dentro.

Por sonrisas como esas ha habido guerras, y las volverá a haber.

No hay comentarios: